Dos horas y media de natación a
la semana son sinónimo de salud y reducción de riesgo en enfermedades crónicas.
Para ser más precisos, la mitad de riesgo de muerte es la cifra que separa a
los nadadores habituales de las personas inactivas. Sin embargo, las brazadas
en las aguas cristalinas –con los beneficios ampliamente conocidos- también
pueden llevar a una meta final de infecciones si no se da a las piscinas el
cuidado apropiado.