Dos horas y media de natación a
la semana son sinónimo de salud y reducción de riesgo en enfermedades crónicas.
Para ser más precisos, la mitad de riesgo de muerte es la cifra que separa a
los nadadores habituales de las personas inactivas. Sin embargo, las brazadas
en las aguas cristalinas –con los beneficios ampliamente conocidos- también
pueden llevar a una meta final de infecciones si no se da a las piscinas el
cuidado apropiado.
Las enfermedades transmitidas por
el agua en situaciones recreativas (RWI, por sus siglas en inglés) son aquellas
que se contraen al ingerir, respirar o tener contacto con aguas contaminadas de
las piscinas, balnearios, lagos, ríos u océanos.
La prevención de estas
infecciones incluye acciones sencillas por parte del público, dado que no son
suficientes las medidas cumplidas por los cuidadores de las albercas en la
aplicación de detergentes y limpieza regular de la piscina. En estos, recae la
responsabilidad de vigilar la temperatura de la piscina –ideal de 25 °C–, el
nivel del cloro que debe ser de 1-3 partes por millón y el pH de 7.2 a 7.8. Dos
veces al día es la frecuencia recomendada de revisión de estos niveles para
disminuir la probabilidad de transmisión de gérmenes.
Entre las enfermedades más
comunes de las que se contagian los bañistas, se encuentran: diarrea, otitis
externa, pie de atleta, dermatitis y verrugas vulgares (papiloma virus).
La diarrea es el caso de
infección más frecuente por el uso de piscinas. Esto responde a que el
Cryptosporidium –causa principal de los brotes de diarrea en piscinas– es
resistente al cloro y puede sobrevivir durante días en la alberca si alguien
contaminó el agua.
En este punto, toma vigencia la
responsabilidad que también recae sobre
los usuarios en el cuidado de la piscina. Niños, mujeres embarazadas y
personas con sistema inmunitario débil son más vulnerables a contraer este tipo
de infección.
Para la protección y seguridad en
el disfrute de todos los bañistas, se recomienda no nadar cuando tenga diarrea
(especialmente los niños que usan pañales), no tragar agua de la piscina y
evitar que esta entre en la boca (a pesar del cloro, no es apta para el
consumo) y lavar siempre las manos con jabón y agua después de ir al baño o
cambiar pañales, al igual que la sugerencia de tomar una ducha antes de
disponerse a nadar.
La prevención en el contagio de
infecciones es una responsabilidad individual. Desde Advance Laboratorios
contribuimos en esta prevención mediante la información, para que dos horas y
media de natación siempre sean sinónimo de salud y bienestar para su vida.
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